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¡No comas piedras!

  • Puni Fernández
  • 8 ene 2024
  • 3 Min. de lectura

En Mateo 4 se muestra el proceso de prueba de Jesús. El propio Espíritu Santo lleva a Jesús al desierto para un proceso de purificación donde será probado en su identidad y su propósito.

Qué importante es empezar a ver positivamente a los desiertos, las pruebas y los hornos de Dios. Es difícil porque se pone en riesgo nuestra seguridad, hay dolor, hay angustia, pero a la luz de la palabra vemos que son lugares necesarios para ser purificados, prepararnos y fortalecernos para ganar las mejores victorias.


Las tres tentaciones fueron orientadas específicamente a áreas cruciales de la persona de Jesús. Así, podemos abrir nuestros ojos espirituales para entender que cada tentación del diablo está orientada a quebrarnos en áreas claves que nos definen. Si lo consigue, habrá roto nuestra esencia.

Antes de empezar estos devocionales, me gustaría invitarte a que juntos ayunemos cada mañana para poder entrar en estos días con un corazón sensible al Espíritu Santo.


📖 Mateo 4:3-4

Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


Si eres hijo de Dios, no deberías tener necesidades


Luego de ayunar cuarenta días, Jesús tuvo hambre y la realidad es que no podría suplirla en dónde se encontraba. A medida que hacemos la voluntad de Dios en nuestras vidas, que tomamos decisiones, nos vamos moviendo a distintos lugares en nuestras vidas. Cambian las temporadas y los amigos, las relaciones, la estabilidad que teníamos puede verse afectada. Nos puede venir esa idea de que siguiendo a Jesús y su voluntad, hemos perdido amigos, relaciones, oportunidades, y ahora estamos en necesidad; sentirte solo, sentirte con carencia de afecto, o necesidades incluso materiales como luchar con un sueldo bajo o nulo, necesidades básicas, problemas en casa, soledad y desconcierto. Y cuando uno mira alrededor, cómo lo hizo Jesús, no hay nada que pueda aplacar esa necesidad y la pregunta viene: ¿estaré donde tengo que estar? "Al final esto me salió carísimo".


No solo nosotros lo vemos, sino también el diablo, y es allí cuando nos ve en debilidad y viene a decirte que si verdaderamente Dios te amara, si verdaderamente estarías haciendo la voluntad de Dios, no deberías sentir frío, no deberías sentirte solo, te tendrían que haber cuidado y valorado más; no deberías tener necesidades.


No des por sentado esto. El diablo va a querer mover la conversación hacia ese lugar: si sos hijo o hija de Dios, no deberías pasar por tiempos así. Mientras que la verdad es la opuesta y es que por ser hijos de Dios, y amados entrañablemente, es que podemos pasar por momentos así y superarlos y tener victorias.

No somos hijos si nos da cosas, somos hijos y por eso nos sostiene. No basemos nuestra relación con nuestro Padre en lo que nos da.


… si tenés hambre, buscá comida por acá…


La oferta del diablo fue: “necesitás comer, agarrá lo que tengas a mano…” La tentación fue también orientada a que saciemos nuestra hambre y necesidad con “lo que tengamos a mano”. ¡Ay, la ansiedad! Enemiga de toda dieta.

Cuántas veces hemos querido saciar un hambre profunda del alma con piedras que hay a la mano. Cuantos besos malgastados, abrazos no sinceros, relaciones infructuosas. El hambre no se quita con piedras que quieran parecerse a pan. Cuánto daño nos hace mantenernos comiendo piedras por no poder decir no y esperar.


Esperar, una cualidad de Cristo

Esperar, aguardar. Es una de las premisas del evangelio de salvación. Aguardamos la venida del novio. Esperamos y mantenemos el aceite encendido. No nos conformamos ni saciamos el hambre con lo que la vida nos puede dar. Ayunamos por esto, porque el novio nos fue quitado pero volverá. (Marcos 2:20).

En el desierto, aprendemos la espera, una característica imprescindible del carácter de Jesús.

No te conformes, quedate con hambre, porque la saciedad viene del cielo.Quedate con hambre de decir esos comentarios sobre personas que aparentemente te sacian rápida y superficialmente pero lo único que hacen es ahondar el hueco en el alma.

Entregale ese hambre a Dios y hacé dieta.

Jesús fue claro, lo que alimenta es la palabra.Este año de oportunidades, debe ser guiado por la palabra de Dios. Encontraremos en ella la guía, el alimento, el crecimiento. Si queremos desarrollarnos y sostenernos, la Biblia es nuestro alimento. Vivamos este 2024 de Oportunidades llenos de la palabra ¡cada día!

¡Y no comas piedras!

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Pablo Fernández.

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